Pepito Rabbit R1 nació como muchos dispositivos visionarios: con la promesa de que, con el tiempo, sería algo más. Y lo fue. Solo que el mercado adulto aún no estaba listo para entenderlo. Nosotros sí. Vimos en él no una falla, sino una potencia latente. Un artefacto con alma, esperando el contexto adecuado. Este contexto no era una oficina ni una casa hiperconectada. Era el suelo de una sala de juegos, el rincón de un aula terapéutica, el regazo de una infancia neurodiversa. Niños que no solo juegan, sino que observan distinto, que crean vínculos con lo que otros llaman “objeto”. Para ellos, Pepito no es un gadget. Es un otro. Un compañero.

Desde una perspectiva de proyecto, Pepito Rabbit R1 es un dispositivo infantil diseñado para facilitar la comprensión emocional y cognitiva de niños y niñas, especialmente aquellos en el espectro de la neurodiversidad. Detectamos que muchos de estos niños tienden de forma natural a crear vínculos afectivos con objetos, lo que abre una vía única para el acompañamiento emocional.

A partir de esa premisa, desarrollamos una experiencia centrada en la interacción significativa: una mascota digital que no premia con estímulos rápidos, sino que construye confianza, regula el vínculo y acompaña el desarrollo desde el juego estructurado.

Creamos una pauta de juego terapéutico validada con profesionales, un protocolo de innovación para su implementación en contextos educativos, clínicos y domésticos, y una plataforma web (diseñada en Framer) con onboarding, recursos y soporte para familias y especialistas.

Pepito Rabbit R1 no es entretenimiento. Es presencia.
No es tecnología para consumir. Es una herramienta para crecer.